Suspendidos en la pelvis,
dos frutos custodian las semillas
con la luz opalina
de sus yemas.
Arca de los nacimientos,
almácigos con todas las edades a cuestas,
resistiendo en la penumbra
la extenuación de las fuentes
con el hálito de la sangre
y la sola determinación
de su seda.
La luna alza sus racimos en la tierra
hundiendo en el vientre de cada mujer
sus esquejes,
orbita el sueño de la materia, el mandato
de nacer y morir
desovando veintiocho soles muertos.
La humanidad estiba todo su polen:
los por nacer,
los que nunca asomaron,
en dos barcas blandas
diminutas como almendras.
hundiendo en el vientre de cada mujer
sus esquejes,
orbita el sueño de la materia, el mandato
de nacer y morir
desovando veintiocho soles muertos.
La humanidad estiba todo su polen:
los por nacer,
los que nunca asomaron,
en dos barcas blandas
diminutas como almendras.
de Cartografía de lo blando.
Girar de otra forma
estremecer las omisiones:
esas piedras orbitando el corazón
estrellas muertas
capturadas por la tibieza en declive
de los cuerpos
esas piedras orbitando el corazón
estrellas muertas
capturadas por la tibieza en declive
de los cuerpos
resquebrajar las compuertas
dejarse anegar
ahora las cortezas mojadas
pueden arder bajo el corazón de los muertos
el fruto dejarse caer de su gravidez de azúcar
al suelo
prematuro
pueden arder bajo el corazón de los muertos
el fruto dejarse caer de su gravidez de azúcar
al suelo
prematuro
el árbol llorar su altura
junto al pájaro derribado
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