Ahora quedarán mis dedos detrás de las palabras,
no escribiré más sobre el dolor que enfrento
entre ahogos del corazón una voluntad agoniza.
Me urge una coraza de paciencia y fortaleza
para consumir las infaustas horas que me aguardan
y no pensar en este cuerpo
que indignamente se desdibuja.
Preciso un cofre blindado para guardar tanta rabia,
un hombro donde pueda arrojar mares de lágrimas,
una primavera que devuelva el color a mis vitrales
y exilie esta sensación de luciérnaga sombría.
¡Basta ya de impúdicas batas azules
y de impecables cuartos blancos!
Detesto los tubos de oxígeno, las jeringas;
incluso la esperanza.
No más gentiles visitas con lastimeros ojos
ni de inútiles rezos que parece Nadie escucha.
Dios, permite que alguien atienda mi súplica,
y ponga en ceros la escasa luz que me queda.
Soy un paradigma enraizado a una cama
extinguiéndose como eco del silencio.
de Poesía Reunida 1975-2010 (Amarillo editores, México, 2011).
No hay comentarios. :
Publicar un comentario