lunes

Dolores Veintimilla de Galindo (Ecuador, 1829-1857)

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A CARMEN
(Remitiéndole un jazmín del Cabo)

Menos bella que tú, Carmela mía,
vaya esa flor a ornar tu cabellera;
yo misma la he cogido en la pradera
y cariñosa mi alma te la envía
cuando seca y marchita caiga un día
no la arrojes, por Dios, a la ribera;
guárdala cual memoria lisonjera
de la dulce amistad que nos unía.




A MIS ENEMIGOS

¿Qué os hice yo, mujer desventurada,
que en mi rostro, traidores, escupís
de la infame calumnia la ponzoña
y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata
que arroja de los vientos al confín
los lamentos de su alma atribulada
y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!

¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas
le dé a las brisas mansas el jazmín?
¿Envidiáis que los pájaros entonen
sus himnos cuando el sol viene a lucir?

¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,
que al hacerme tan triste e infeliz,
me dio para endulzar mi desventura
de ardiente inspiración rayo gentil!

¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil...
Me marcáis con el sello de la impura...
¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!

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