El hilo
Esta mañana corrí como si ellos
vinieran detrás y ellos sonrieron
desde adentro. Mala soy
mala como la nena que cayó
desde un décimo piso por mirarse
demasiado en los espejos.
No era vanidad, no,
era terror apenas.
Desciendo de tu cuerpo
con mi oficio de boa no sé
qué hacer primero:
si tatuar una figura
que te muestre muriendo
allí en tu propio pecho, o desollar
despacio las piernas sonriendo,
o tal vez quemarte los pómulos y ensayar el gesto
de mamita en vigilia pero
quién te toca como lo hace
la única que te ama quién
sino la misma que te arrastra
y se va –asesina- con un rumor
de guerra, de arena, de alegría.
El tiempo
Lugar: hospital de pueblo
a las dos de la tarde.
El médico que me atiende se parece
-sospechosamente-
al médico kafkiano. Estoy
tan feliz de tener
mi propio médico rural.
Admiro en mi costado
la herida hermosa, los gusanos
como flores exóticas. escucho:
ha nacido con ella.
Una ronda de niños
arroja mi cabeza.
Parece una moneda
de cobre en el espacio
clarísimo en la tarde
sin sol.
-Hay una prenda para
quien la deje caer, aviso,
agitada por tanto vaivén.
Mientras circula de mano
en mano, mi boca apenas dice
que lo hermoso se convierta
en horrible,
que lo horrible amanezca
belleza.
Bostezan
enfermeras y abuelas
a los pies de mi cama.
Son las dos de la tarde
desde hace cinco años.
Estoy aquí, ocupada en contar
el número de pasos
desde la puerta hasta mí,
el número de veces
que respiro en la noche.
La eternidad me observa,
incrédula, celosa.
El nido
La sonrisa radiactiva del padre
esparciendo su haz de luz mortífera,
parece decir: estoy aquí
para trazar la línea,
arbitrario y generoso como Zeus.
De este lado, los pollitos
sanos y hermosos, mis hijos.
Del otro, los cadáveres, sus plumas
revoloteando en el aire
creado por mi aliento.
Otorgo el alimento y el veneno
por partes iguales.
Ordeno la fila, corto los vértices
que sobresalen, satisfecho
por la magnitud de la desgracia que puedo
hacer brotar de las piedras
como agua.
(de Bizarría,1997)
En "La vista ", lo que se rememora no es tanto ya esa larga mañana de sol con que confundimos la infancia, sino el pacto, el romance primero - fatalmente desigual- entre dos criaturas. O más aún: su ruptura, ese hiato implacable por el que el ser humano vislumbra, quizás por primera vez, su primordial orfandad.
La vista,Edit Visor,2002. (fue II Premio Casa de América de poesía Americana).
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