Los oficios de la locura
Indócil, como tanteando algún enigma,
dice breves palabras que en ciegas claridades
adensan su camino.
Y su inútil rumor que acentúa la vida
se acomoda al silencio
(la única apariencia verdadera).
No hay nadie para medir la tierra en su abandono.
Sin embargo, esa voz tan natural,
colmada de secretos,
cubre a otro ser que sueña, acaso.
Es la señal, aunque perdida,
de que un pájaro en el aire
sube, vacila, avanza.
Las existencias son pocas:
desaparecen en la curva del tiempo
o se transforman en locura.
Por eso, él siempre habla así,
callando, a las estrellas.
***
Cada día es un eco, un rastro, algún gemido.
Tal vez, pregunta algo que en su boca se duerme.
Y luego balbucea, apretando los labios:
Amigos, olvidadme.
Llevando la mano al pecho pretende conocer
el final de la duda,
el valor inconciente de las contradicciones.
Hombre es, que muerto o vivo
estalla y resucita.
Qué difícil es velar la madrugada. Solo.
***
Nadie como él puede reconocer
las significaciones del gesto
en sí mismas hermosas y, a la vez, deleznables.
Como un intérprete de oscuras profecías
demuestra que la gloria no resguarda
la imagen de los hombres, tan indignos
del tiempo y la memoria.
Con un solo argumento, quizás intraducible,
enciende el comienzo y el fin con una lámpara.
Luego, percibe su condena y afirma:
Para tener razón tienes la eternidad.
Nació en Santa Fe. Actualmente reside en Rosario.
Ha publicado La tierra sin llaves (1976); Aventuras en el País de Algún Día (1984); Los caminos del agua, Premio Edición Rosalina Fernández de Peirotén (1987); Los cuentos de la lluvia (1988); Límites de la sombra (1995).
Se desempeña como docente y coordina el proyecto Las Escuelas de Arte van a las Escuelas, dependiente de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Desde 1994 integra la comisión organizadora de cada edición anual del Festival Latinoamericano de Poesía, organizado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Indócil, como tanteando algún enigma,
dice breves palabras que en ciegas claridades
adensan su camino.
Y su inútil rumor que acentúa la vida
se acomoda al silencio
(la única apariencia verdadera).
No hay nadie para medir la tierra en su abandono.
Sin embargo, esa voz tan natural,
colmada de secretos,
cubre a otro ser que sueña, acaso.
Es la señal, aunque perdida,
de que un pájaro en el aire
sube, vacila, avanza.
Las existencias son pocas:
desaparecen en la curva del tiempo
o se transforman en locura.
Por eso, él siempre habla así,
callando, a las estrellas.
***
Cada día es un eco, un rastro, algún gemido.
Tal vez, pregunta algo que en su boca se duerme.
Y luego balbucea, apretando los labios:
Amigos, olvidadme.
Llevando la mano al pecho pretende conocer
el final de la duda,
el valor inconciente de las contradicciones.
Hombre es, que muerto o vivo
estalla y resucita.
Qué difícil es velar la madrugada. Solo.
***
Nadie como él puede reconocer
las significaciones del gesto
en sí mismas hermosas y, a la vez, deleznables.
Como un intérprete de oscuras profecías
demuestra que la gloria no resguarda
la imagen de los hombres, tan indignos
del tiempo y la memoria.
Con un solo argumento, quizás intraducible,
enciende el comienzo y el fin con una lámpara.
Luego, percibe su condena y afirma:
Para tener razón tienes la eternidad.
Nació en Santa Fe. Actualmente reside en Rosario.
Ha publicado La tierra sin llaves (1976); Aventuras en el País de Algún Día (1984); Los caminos del agua, Premio Edición Rosalina Fernández de Peirotén (1987); Los cuentos de la lluvia (1988); Límites de la sombra (1995).
Se desempeña como docente y coordina el proyecto Las Escuelas de Arte van a las Escuelas, dependiente de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Desde 1994 integra la comisión organizadora de cada edición anual del Festival Latinoamericano de Poesía, organizado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
1 comentario :
Poesía tierna, intimista,bellamente dolorosa.
Felices de leerlas!!!
Ma. Rosa y Nélida
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