lunes

Zoelia del Carmen,Cuba

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Donde Zoelia conversa con Isabelle Lemonnier y la noche teje su telaraña
"… toda la noche escucho la voz de la
muerte que me llama."
A.Pizarnik

Sostenida al silencio como una sombra a la memoria
eres figuración del reposo, aparente templanza
que circunda interminable.
En tus manos se diluye la luz como cuando
por sobre el rostro de las recónditas penumbras.
Nada hace sospechar que mientras
el pintor delineaba tus calmas y sus frágiles precipicios,
tu corazón era una lágrima seca a la derriba.


Isabell, cuesta encontrar aquel rostro atrapado en los espejos.
Dicen los chinos que la mujer que pierde el rostro
esta condenada a la locura y el dolor.
Y tú estás ahí, pálida en tu silencio de ausencias,
en tu aparente sobriedad de escándalos y sobresaltos
espantada ente el horror del vacío y la muerte.
Indiferente de mis rabias
mientras intento reconstruirme un rostro que ya no existe,
inventar una historia que me salve del dolor de estar viva.


Isabelle hoy amaneció un cuervo moribundo en mi ventana,
un cuervo enfermo que escapó de mi corazón
y ha graznado toda la noche sus quimeras.
También él tiene miedo nombrar la luz y ver su rostro.
También él quiere salvarse.


Pero hay días, que no basta un gesto para ser distintos
o merecer aplausos, días en que la soledad nos rompe
el corazón a patadas y no alcanzamos a decir: Dios mio, sálvame.


Isabelle, esta mañana una angustia sorda, sin nombre
a entrado a la sangre y ya no acierto a ser una mujer dócil.
Sin embargo parece tan simple
que fuera una mujer de costumbres y manitas sobre el regazo.
Pero tengo miedo, la muerte me persigue
y he visto sus ojos severos en iris de los míos
entonces hubiera querido tener otros recuerdos
no ser este pedazo de silencio innombrable
que alguien golpea contra las postigos del tiempo.


Isabelle, estoy sola, otra vez sola
mirando la noche tejer su telaraña sobre mis hombros,
mi cabeza esta en la balanza y el tedio roza las palabras.
Afuera la ciudad adelgaza sus ruidos,
esta noche tiene el rostro de aquella de 1882
en que tú pequeña Isabelle padecías la muerte del pintor.


Isabelle, es 1999 y no tengo la certeza de mis pasos, ni de la memoria
y heme aquí anciana en medio de la aridez de la noche, patria de mi dolor.
Ya sin pasión, ni heroísmo que aseguren la historia.
Necesito que alguien piense en mí esta noche.
Necesito que no me abandonen, los amigos no están
y soy una visión que zozobra en el corazón de la muerte.

1 comentario :

Lila Magritte dijo...

Saludos amigas. Y como siempre, viva la poesía.

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