Sin salvación
Nada te salva del amor
Ni el peregrinar por las ciudades interiores
Ni las dotes para la oración
Ni la intuición
Ni una infancia fuerte
Ni la magia de la subjetividad
Ni lo excepcional de un camino distinto ante tus pies
Ni el legado de las impresiones
Ni las cartas de los amigos predicándome su fe en el
poderío de la mente
Nada te salva del amor De lo que siento
Ni las filosofías más fuertes con sus drogas sanas
Ni las puertas bien cerradas en un apellido ajeno
Ni pestillos o llaves cerraduras victorianas cinturones
de castidad ni mi cuerpo
Ni el jardín que lleva al agua resbaladiza de las algas
Ni el medioevo ni el mundo que me toca por nacer en
los setentas
Nada salva del amor mira que busco
Ni el vacío de un árbol genealógico en el otoño
desprendido de la tarde
Ni las ropas que abandoné sin tener miedo
Ni mis ojos negros retocados
Ni mi pelo en los cuadros cerrados en los museos del
hombre
Ni crecer ni reír ni hacerlo y deshacerlo sobre la cama
como una criatura imaginaria
Nada me salva del amor
No hay control posible para eso no existe la piedad
No hay salvavidas que vigile atento en mi interior
Aunque lea en el periódico de hoy la mejor noticia de
mi vida
Saldré a contárselo como una niña perdida pediré ayuda
para ser creer ser el deseo
Porque nada salva ni siquiera el amor.
de Ropa Interior, Editorial Bruguera, 2008
Nada te salva del amor
Ni el peregrinar por las ciudades interiores
Ni las dotes para la oración
Ni la intuición
Ni una infancia fuerte
Ni la magia de la subjetividad
Ni lo excepcional de un camino distinto ante tus pies
Ni el legado de las impresiones
Ni las cartas de los amigos predicándome su fe en el
poderío de la mente
Nada te salva del amor De lo que siento
Ni las filosofías más fuertes con sus drogas sanas
Ni las puertas bien cerradas en un apellido ajeno
Ni pestillos o llaves cerraduras victorianas cinturones
de castidad ni mi cuerpo
Ni el jardín que lleva al agua resbaladiza de las algas
Ni el medioevo ni el mundo que me toca por nacer en
los setentas
Nada salva del amor mira que busco
Ni el vacío de un árbol genealógico en el otoño
desprendido de la tarde
Ni las ropas que abandoné sin tener miedo
Ni mis ojos negros retocados
Ni mi pelo en los cuadros cerrados en los museos del
hombre
Ni crecer ni reír ni hacerlo y deshacerlo sobre la cama
como una criatura imaginaria
Nada me salva del amor
No hay control posible para eso no existe la piedad
No hay salvavidas que vigile atento en mi interior
Aunque lea en el periódico de hoy la mejor noticia de
mi vida
Saldré a contárselo como una niña perdida pediré ayuda
para ser creer ser el deseo
Porque nada salva ni siquiera el amor.
de Ropa Interior, Editorial Bruguera, 2008
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