LAS PALABRAS PERDIDAS
Esta noche vinieron los fantasmas,
trajeron la hojarasca de palabras perdidas,
y en gritos y susurros el eco del pasado.
Cuelgan los alerones, catedrales de musgo,
ventanales que husmean el sudor de la tarde
corredores que acechan,
ladrando a los candados.
Espío la rutina temprana de mi madre:
descuelga sus saberes repetidos por siglos
y musita una extraña liturgia de palabras.
Luego escapa, sin que la pueda detener mi grito.
La escuela suburbana se bebe su paciencia.
y la devuelve, mustia, en el crepúsculo.
Yo aprendo las lecciones con muñecas de trapo,
vajillas diminutas, pañales, biberones,
los roles que mi madre aprendió con el látigo.
Del poemario “Desafiando al Olvido”, 2003.
Esta noche vinieron los fantasmas,
trajeron la hojarasca de palabras perdidas,
y en gritos y susurros el eco del pasado.
Cuelgan los alerones, catedrales de musgo,
ventanales que husmean el sudor de la tarde
corredores que acechan,
ladrando a los candados.
Espío la rutina temprana de mi madre:
descuelga sus saberes repetidos por siglos
y musita una extraña liturgia de palabras.
Luego escapa, sin que la pueda detener mi grito.
La escuela suburbana se bebe su paciencia.
y la devuelve, mustia, en el crepúsculo.
Yo aprendo las lecciones con muñecas de trapo,
vajillas diminutas, pañales, biberones,
los roles que mi madre aprendió con el látigo.
Del poemario “Desafiando al Olvido”, 2003.
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