martes

Angela Ball (EE.UU.,1952)

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Lo fantástico es simplemente
aquello que no hiciste. Esto vale
para todos.
Cuando nació nuestro hijo
ya se estaba poniendo frío. William.
No tenía leche. Pronto murió
y necesitó una etiqueta para su muñeca.
Hay una canción que yo traduzco
del patois —Porque las flores
son tan bonitas, mueren al instante.
Un día y mil años
son lo mismo.
Entremedio hay pequeños minutos felices.
Sensaciones —árbol, una luz sombreada.
Un plato de manzanas rojas sobre una mesa.
Un momento
cuando caminaba en el calor,
pensando y luego sin pensar,
era intensamente feliz
porque ya no existía.
Pero estaban los árboles y el suave viento
que olía a flores
y el mar, y yo era el viento
los árboles el mar la tierra cálida,
y dejaba tras mí una prisión un sueño horrible
de prisión. Y mi felicidad—
imposible escribir sobre ella —activa,
riendo de alegría.
esto sucedió cuando caminaba por un camino
de Théoule a Cannes
cerca de las dos o tres
un caluroso día de agosto.
¿Cómo escribo? No tengo herramientas
y sólo me conozco a mí misma —desgastada casi hasta las raíces,
el puntal de un árbol viejo.
Sólo importan los libros.
Hay una hermosa flor roja
en el jardín —rojo-rosado para no creerlo—
tan amorosa.


 Recombinant Lives (1987), Vixie (1988),Kneeling Between Parked Cars (1990), Quartet (1995), and  Possession (1995).
Vive en Hattiesburg, Mississippi y enseña en el Centro para Escritores de la Universidad de Southern Mississippi, donde es editora de la revista Mississippi Review (www.mississippireview.com).

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