(para mi hija)
Me acuesto ahora en la arena de la playa y te miro
a vos que estás también
acostada en la arena. Quiero grabarte en mi memoria
para cuando no estés más conmigo: tus labios
turgentes y brillantes de rouge bajo el sol,
tus labios suaves como los labios interiores
de una concha de mar; tu piel dorada de vainilla,
barnizada y apenas irregular como la superficie
de una vainilla, tu pelo atado en un rodete serio.
Te amé en vez de a otros,
te amé como una forma de no amar a nadie más,
cada partícula precisa de tu cuerpo
hacía el dios, así como vos fuiste hecha dentro mío,
en un mundo sellado. ¿Y qué si de tus labios aprendí
el amor de otros labios, si de tus trenzas y gomitas
el amor de otros lazos, si de tus ojos que
se estremecen cerrados, el amor de otros ojos,
de tu cuerpo los cuerpos,
de tu vida las vidas?
Hoy veo que hay algo que aprender de vos
y es a amar lo que no me pertenece.
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