miércoles

María Elena Solórzano(México, 1941)

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En el grafito de la noche
derrama ritmos el espacio,
un movimiento serpentina
recobra la imagen de los dioses,
mujeres en contubernio con la luna
ofrecen jadeos moribundos.


La danza,
espejo que refleja
lágrimas, guerrero, águila en derrota,
el paso de la vida en su liturgia,
la eclosión de los soles,
letanía de cánticos sagrados,
el reclamo del ánima ya ida
sólo presente en el pulso del viento.


Ya revienta el maíz,
ya madura el tejocote.
El ritmo pentafónico hipnotiza.


Ante el empuje de la danza
enciende el horizonte.
En una entrega de ocarina
enreda la penumbra.
grandioso rito
para recobrar la sangre.


Colmados movimientos,
hechizos fluyendo entre las piernas.


Tu ojo, flecha;
tu brazo, rama
en el espacio de los muertos.


Impregnado está tu escudo
de humores enemigos.


Sonar de cascabeles desvalidos.
Ofrenda perpetua en el sahumerio.


Mariposas atrapadas
en las plumas del copilli.


Murmullo de caracoles,
fuga de gemidos.


Una lágrima de negro
en el doblar de las esquinas.


Guadalupe- Tonantzin:
manto de constelaciones,
ángel niño entre quetzales,
rosas en invierno.


Tonatiuh te alumbra.


De tu sangre entremezclada
nació un mestizo
con castilla entre los labios.
Con tus manos nos protejes.


Ante ti llegan los hombres,
sonajas de agua.
Flor convertida en oración.
El corazón con el vino de los páramos.


Danza la tierra peregrina.
Se recupera así la sangre
y el sol recobra su camino
seguido por la luna.


Coatlicue en cuatro se fragmenta,
a las doncellas marca
con sus pechos caracoles.


Otra vez la sangre,
otra vez la danza.


Guadalupe-Tonantzin
contigo se acaba la desdicha.

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