lunes

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¨Nadie se muere aquí.
Una criatura vela
envuelta entre sus plumas de ángel invulnerable
jugando con ayer convertido en mañana.
Vuelve a escarbar con un trozo de espejo los terrenos prohibidos,
la oscuridad sin nombre todavía,
para entregar a cada huésped la llave al rojo vivo que abrirá cualquier puerta hacia este lado,
una consigna de sobreviviente
y las semillas de su eternidad
-un áspero alimento con un sabor a sed que nunca cesa-.


Nadie se pierde aquí.¨




Olga Orozco. ¨En donde la memoria es una torre en llamas¨, frag.


Foto: Juan Travnik.
Cementerio argentino, Puerto Darwin


¨No, ninguna caída logró trocarse en ruinas
porque yo alcé la torre con ascuas arrancadas de cada infierno
del corazón.
Tampoco ningún tiempo pronunció ningún nombre con su boca de arena
porque de grada en grada un lenguaje de fuego los levantó hasta el cielo.


Nadie se muere aquí.¨




Olga Orozco. ¨En donde la memoria es una torre en llamas¨, fragm.





Foto: Juan Travnik. 
Yorke Bay, Bahía de desembarco de fuerzas argentinas.




¨No comiste del loto del olvido
-el homérico privilegio de los dioses-,
porque sabías ya que quien olvida se convierte en objeto inanimado
-nada más que en resaca o en resto a la deriva-
al antojo del caprichoso mar de otras memorias.
Y así escarbaste un día en tu depósito de sombras congeladas
y volviste a anudar con tiernos ligamentos huesecitos dispersos¨.


Olga Orozco,  poema VI. fragm. Cantos a Berenice.


Foto: Juan Travnik.
Yorke Bay, Bahía de desembarco de fuerzas argentinas.








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