EL COLOR DE MIS TIEMPOS
Primero fue una noche:
Mi llanto más profundo,
el caso de mi sangre,
y aquel despeñadero
hacia el fondo del mundo...
Después creció otro tiempo,
del color de mis huesos;
un tiempo derrumbado,
solamente de polvo
de pájaros y besos.
En mis ojos, la lluvia,
la lluvia en el desierto
que hay después de las llamas.
Y aquí adentro, de plomo,
un ritmo casi muerto.
Luego clarearon días
de un blanco indiferente.
El recuerdo, perdido
en mis ojos nevados;
y el corazón, ausente.
Hasta que una mañana
rompió el color su yema,
desde mis ojos nuevos
volvió el color al mundo,
a la sangre, al poema.
El escarlata, el oro,
hacia los cuatro vientos,
el azul, el naranja,
el verde, en un milagro
de pinceles violentos.
Ah, desde entonces viven
de mi policromía
trigales, cumbres, llamas,
sangres, mares, florestas,
y sobre todo: el día.
Voy echando a brazadas
el color por las huellas
de la vida y el sueño.
Cuando el recuerdo vuelve,
lo pinto con estrellas.
Siento que ya están todas
mis venas consteladas,
mientras broto colores.
Y el corazón, intenso,
de rojas campanadas.
Amargura sin luna,
sauce gris del lamento,
nevada del olvido,
¿dónde estáis? Contempladme:
Yo enciendo el firmamento.
Primero fue una noche:
Mi llanto más profundo,
el caso de mi sangre,
y aquel despeñadero
hacia el fondo del mundo...
Después creció otro tiempo,
del color de mis huesos;
un tiempo derrumbado,
solamente de polvo
de pájaros y besos.
En mis ojos, la lluvia,
la lluvia en el desierto
que hay después de las llamas.
Y aquí adentro, de plomo,
un ritmo casi muerto.
Luego clarearon días
de un blanco indiferente.
El recuerdo, perdido
en mis ojos nevados;
y el corazón, ausente.
Hasta que una mañana
rompió el color su yema,
desde mis ojos nuevos
volvió el color al mundo,
a la sangre, al poema.
El escarlata, el oro,
hacia los cuatro vientos,
el azul, el naranja,
el verde, en un milagro
de pinceles violentos.
Ah, desde entonces viven
de mi policromía
trigales, cumbres, llamas,
sangres, mares, florestas,
y sobre todo: el día.
Voy echando a brazadas
el color por las huellas
de la vida y el sueño.
Cuando el recuerdo vuelve,
lo pinto con estrellas.
Siento que ya están todas
mis venas consteladas,
mientras broto colores.
Y el corazón, intenso,
de rojas campanadas.
Amargura sin luna,
sauce gris del lamento,
nevada del olvido,
¿dónde estáis? Contempladme:
Yo enciendo el firmamento.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario