Di a luz una entraña rosada
Tiene nombre de otoño
Y se parece al lunar de mi lado izquierdo
nunca madura, nunca se va.
Es mi tercer estómago,
Como el lagrimal de una abeja reina.
Es el centro,
De mi luna de noche, de mi marea llena,
Y el testamento del sol que se esconde,
Que se ahoga / matándose,
Al sucesivo invierno /.
Al relámpago inmortal que se esparce en el fondo,
En ese fondo que cae cada vez mas lejos,
Que cae y que acojo.
Nació una entraña castrada,
En medio de la noche que despierta.
Como la espina en el instante que te pierdes.
Hecha hoyo negro en la habitación de al lado,
Abrazada al volumen infinito de tu nombre
al color migala de tu eco nombrado.
Como engarce entre mis manos
Y grillete muriendo.
Agobio en tálamo de piel que te usurpa
Periférica sombra que emerge.
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Fruta partida
criatura como yo,
de carne frágil
y cráneo arbóreo,
de soplo cítrico
amarillo / escatimado
frigorífico /,
como ración de miga
en fermentado suelo
y constante espera,
(...)
O CRIATURA COMO TÚ,
colérico átomo invisible
fracción fugaz de
áureo recuerdo.
Tú.
/ bastardo y codiciado engranaje /
primogénita nostalgia prenatal
entre mil y un áridas, fruta partida
como ligazones de aire,
de naranja incandescente
(de nudos pródigos)
con tez verde
y
vestido de cuna sublunar.
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