El poema del esposo (I)
A mí no me molesta agradar y servir
A mí no me molesta ser buena para guardar
(A mí no me molesta que se diga que la mujer buena es suerte buena)
A mí no me molesta ser parte flaca
A mí no me molesta tener que pedirle favores al cielo
Yo necesito alimentos y necesito saludos
Yo sé que no estoy totalmente despierta
Yo sé que no estoy a salvo de desmentirme
(No he podido enlentecer mis ojos)
A mí no me molesta tener esposo
(Tiene la verdad)
(Tiene afecto por el bien)
Deleites interiores son los del amor conyugal
Pero uno no lo sabe
Ni se lo puede decir a nadie
(Uno está dormido)
El buen esposo ha de cuidar tu sueño
El buen esposo se queda despierto toda la noche
(Él no sabe que está despierto)
(Él no sabe que todo varón es una iglesia)
(Se le debe particular regalo)
(El ángel, conmovido, le ha confesado sus propios pecados)
Cuando el esposo se sienta a la mesa, uno le pide que se
/alimente bien
Cuando el esposo se sienta a la mesa, uno le pide que no llore
Cuando el esposo se despide, uno le da la bendición
(Siempre es bueno rezar un poco por ellos)
El esposo nunca sabe que es tu esposo
O tienes esposo o eres esposa (las dos cosas no se pueden)
Si eres esposa te distraes
No se habla mucho con el esposo
(Uno no debe decir las cosas en voz alta)
Llama, sí
Llama
Mira fijo la rosa mientras le hablas a tu esposo
Mira fijo la rosa antes de salir a la calle
Mira fijo la rosa cuando te levantes
No debo saber cuándo se levanta y se acuesta mi esposo
No he logrado que hable solo
Se distrae, a menudo, con el sonido de su corazón
Si te dicen que tu esposo se muere, no lo creas
Los matrimonios se celebran siempre en el cielo
El esposo bebe de una copa rota
El esposo nunca se corta los labios
Los labios del esposo son para que tú te sonrías
Nadie más puede habitar en la casa del esposo
(Adormece los pájaros: esa es tu primera obligación)
El esposo nunca debe ayunar (se rompería su puente con el cielo)
¡Detente, pájaro!
(Al pájaro se le grita si tienes esposo)
¿Por qué no me dijiste antes que era reducido el espacio
/del corazón?
¿Por qué no me dijiste antes que la luz del infierno
/puede ser buena para los ojos?
¿Por qué no me dijiste antes que no era pecado estar cansada?
Hoy me avisaron que el esposo está enfermo
Yo fui y me compré una taza
La taza me tranquiliza
Mi esposo lava mi taza
¿Cómo, entonces, se va a morir?
Si el esposo se muere, no es tu esposo, es una rosa puesta poca abajo
No vayas nunca a una iglesia a pedir por su salud
Es preferible que le lleves flores a los santos (ellos entienden)
Tú, regresa a casa
Pídele a los pájaros que de ahora en adelante vuelen más lento
/alrededor tuyo
(Tú, por tu parte, recuerda, debes comer un poco más lento)
El corazón siempre te quedará a la izquierda
Nadie te creerá cuando digas que sufres mucho cuando sueñas
Nadie te creerá cuando digas que sufres mucho para despertarte
(El esposo nunca se da cuenta)
Nadie te creerá cuando digas que no tienes ambiciones reprobables
No soy buena con mi esposo
(Él sabe gobernar el gozo y el dolor)
No soy buena con mi esposo
(Él ignora la distancia entre el bien y el mal)
Mi alma no está habilitada para el sosiego
(Él se deleita)
Me gustan las tazas vacías, así me alivio de mí misma
(Él tiene paciencia para sufrir)
Dormir no es tarea fácil
Al día siguiente siempre estás allí
Al día siguiente el deseo de su bien arde en mí
Al día siguiente todo sigue oculto
Al día siguiente la gente pasa sin ruido, imposibles de palabras
Debo despertarme para incorporarme al cortejo
Hay algo en mí que no ha terminado de nacer
Del jardín de mi casa se ocupa mi esposo
Él lo cuida y yo lo miro, lo miro mucho
Mi esposo no sabe que un jardín es un jardín
Yo le voy a contar que todas las rosas son blancas
Yo le voy a colocar una rosa de oro entre las manos
El esposo no aprende a rezar
El esposo tiene la boca limpia
Mi sueño se quedó despierto
Mi sueño se quedó viendo para arriba
La lágrima del cielo cae en la boca del esposo
Debo incorporarme al cortejo
Porque Helena, que conoció a los más bellos hombres,
/ abandonó a su marido, el mejor de todos…
No beses al esposo, puedes perder la voz
No dejes que la cabras blancas se duerman en el altar
Ha de llenarse uno del objeto mirado
(Será por ignorancia y no por malicia)
¿Quién podrá sanarme?
Sanarme, no de falta
de Trilogía, Hilos Editora, Buenos Aires, 2011.
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