Los senos de mi madre
La tersa superficie, el sedoso lustre de su pelo
cayendo delicadamente por ellos como
el agua. Apoyé la mejilla -una vez,
quizá- sobre su firme contorno,
mi oído contra el peso
negro de su corazón oculto. A lo sumo
una vez -sin embargo cuando pienso en mi padre
pienso en sus senos, con mi cabeza reposando
en su pecho fragante, como si hubiese pasado
horas, años, en ese olor a pimienta negra y
tierra roturada.
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