Me fui muchas veces sin llegar del todo nunca
sin regresar nunca del todo tampoco.
Me enseñaron a ser cauta los amigos ilustres
que golpeaban a sus mujeres
y un amigo asesino que tengo, con su piel de magnolia.
Una vez hice el amor con un marinero griego
bajo un cielo invencible.
Odio a los mentirosos, los avaros y los cobardes
pero adúlteros, ladrones y vagabundos
son costumbres de mi compañía.
Los varones me temen
pero los chicos y los animales no se me resisten.
Me gusta reír con mujeres de los ridículos horrores
que los hombres inventan.
También el vino es de mis amigos, y en la noche la música
y las ciudades cuando oscurecen
bajo el rumor callado de mis pasos.
Sueño a menudo con pájaros, gatos y caballos
y con seres y cosas que se perdieron solo en apariencia
y reaparecen con gloriosa fidelidad.
La vida es una lengua demasiado enigmática
para seres humanos
y la pena de descifrarla acaso más alta
que el esplendor de todo abrazo.
Soy yo así a mis cuarenta y ocho años, solitária y deslumbrada.
Hombres de poca fe, yo elegí la mejor parte.
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