¨Nadie se muere aquí.
Una criatura vela
envuelta entre sus plumas de ángel invulnerable
jugando con ayer convertido en mañana.
Vuelve a escarbar con un trozo de espejo los terrenos prohibidos,
la oscuridad sin nombre todavía,
para entregar a cada huésped la llave al rojo vivo que abrirá cualquier puerta hacia este lado,
una consigna de sobreviviente
y las semillas de su eternidad-un áspero alimento con un sabor a sed que nunca cesa-.
Nadie se pierde aquí.¨
Olga Orozco. ¨En donde la memoria es una torre en llamas¨, frag.
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