sábado

Amelia Biagioni ( Argentina, 1916–2000)

Pin It
NADIE VE

Tan escondida voy detrás de mi mesura
y a mi palabra llego con tanta palidez,
que parezco lo inútil, nada más, de la lluvia
o del atardecer.

No me ven si me miran, ni nadie oye el tumulto
que guardo. No sospechan mi tremendo existir.
Dentro de mí, incesante, nace y termina el mundo,
¡Sólo dentro de mí!

Por sangre llevo un vino de amor, misterio y llanto.
Lo que roza mi sombra, cruza mi corazón.
En cada noche soy mis cenizas; y nazco
para arder, cada sol.

La dicha y el dolor vienen a mi alma enteros.
Ah, yo gozo y yo sufro de confín a confín,
hasta que hinca la muerte su médula en mis huesos.
¡Y no puedo morir!

Hundo loca los ojos en la lumbre profunda:
Llamaradas de música sangro, como el cristal.
Ciega estoy, no veré la poesía pura,
¡y la vuelvo a mirar!

Me remonta la vida verdadera. ¡Qué vuelo!
Las estrellas se pierden muy debajo de mí…
Más sigo todavía enterrada en el tiempo,
¡y no puedo vivir!

Callo aunque grite, callo mientras tiemblo en el fondo
de mí, o mientras tiemblo en el pecho de Dios.
Y lo que callo vive -¡ah sinfonía, oh lobo!-
sobre mi corazón.

Amo, con un amor que ahonda cielo y tierra,
lo que no puede ser, y agonizo inmortal.
Yo soy la soledad que ama lo que no espera.
¡Y no quiero olvidar!

Esa soy. Pero nunca prueba nadie el tumulto
que guardo. No sospechan mi tremendo existir.
Dentro de mí, incesante, nace y termina el mundo,
¡sólo dentro de mí!

Y quienes mi sonrisa miran sin ver que oculta
con su magia de pétalo mi desollado andar,
murmuran: “No es mujer. Es un poco de nieve
y de luna, no más”.






No hay comentarios. :

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...