domingo

Antonieta Villamil (Colombia, 1962)

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Diálogo del que habla entre la nada
Para Porfirio Barba Jacob
Tus abismáticas palabras tan eficazmente voluptuosas pero unas letras se te caen, tu voz se quiebra o no la encuentras y como yo, te entregas al diálogo de las ínfimas cosas.
La quietud bajo la que se arrastran tus iluminaciones, en busca de la punta del hilo para seguir envolviéndose en el ovillo de nuestra memoria, se desencanta.  Absorto, lanzas un bostezo que apaga la vela con la que se alumbra tu entrañable alcoba.
...Un día en que discurren
vientos ineluctables... -Piensas-
Mientras miras oblicuamente la oscurecida pared que te circunda, ataviada en meticulosas telarañas, supone un tercer ojo con el que recomienzas tu mirada. Ese ojo engendra un espejo retrospectivo que se confabula en sonrisa demente para enfrentarte al estigma de la muerte.
Te entregas al diálogo de las ínfimas cosas y escribes como si te pareciera siniestro que nosotros estoicamente te leamos, aunque sea de soslayo. Ah, si no fuéramos tu antiguo oprobio, rehuirías a tus brotes vesánicos, eludirías tu numen hacia un destierro. Brindarías a tu mano un goce mutilado. Sumirías tus letras en cualquier subterfugio que ostentara olvido y no serías el ermitaño que exhala desde su montaña, un fresco remedo de escupitajo.


Diálogo del que sueña su regreso
Para la María de Jorge Isaacs
Ella ha vuelto. Las gálbulas quieren descender de la montaña en verdes espectros. Olor a pluma quemada. El pájaro de olvido ha sido encerrado en un ánfora dorada. Bajan de los altos hacia el mar, a caminos que los juntan en valles irradiados en sol de agua.
Ella ha vuelto, sueñan los pájaros.
Se estaciona el viento atormentísono en el follaje. Ella ha vuelto y con ella viene el espíritu candente de la nana Nay de Achanti. Criaturas pálidas y osadas, olvidadas hasta lo más frenético del silencio, vienen de la alameda de amapolas, velado por Nagana el cuidador del sueño, que irradia para la noche en que ella vuelve, el tamborileo de mar y tierra.
Danzan los espíritus furiosos de madera y cuero, los pies contra el suelo, tiemblan palmeras sus caderas y el cabello parece huir con sus cabezas iluminadas en fuego, por una luna apacible y enigmática. Cantan los amantes imposibles de Bambuk y Cauca. El duelo se extiende a lo largo de la piel y de la sangre.
Ha vuelto. Ella ha vuelto,
en séquito de tamboras esclavas y tristezas.



* dos poemas de UN POEMA INMENSO del libro "Violento Placer"

Ha publicado los libros de poemas: Traigo como arena en los ojos un poema inmenso; Suave y lento y Razones de la señora bien y veinte poemas bastardos. Actualmente reside en la ciudad de Los Ángeles. Ha publicado nueve libros de poesía. Dirige la Editorial The Golden Frog Press, la Revista de Poesía Morada al Sur y coordina proyectos y publicaciones para la Poetry Society of America en Los Ángeles. Sus poemas han aparecido en diversas revistas y publicaciones de Colombia y Estados Unidos. 

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