miércoles

Leda Valladares(Argentina,1919)

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OJOS DE POESÍA

No he dicho aun por qué nace tu mirada
en qué se nutre para derramar lo extraño
para encender el secreto del mundo.

Ah, tus ojos
espacios de la soledad.
De alma, tenebrosos
y translúcidos en el desasosiego.

Están amenazando al universo
y son solos.

Reconcentran pasión
como en venganzas
y se oye algo que sube y ordena
algo que ejecuta tinieblas
y mortificaciones.

Son de lo recóndito y desmedido.

Por estremecerse en soberbias
se apartan lejanos
como si desearan crepúsculos
absortos labios y desdenes.

No he dicho aun por qué existen tan míos
tan rotundos en su angustia.
No he dicho aun si se llaman llanto o abismo.

de Se llaman llanto o abismo.


Imagen del perfil

Si me recuerdo en el espacio me siento fotografía.
Todo el rostro oyendo, consumidor de velocidades secretas.
La mirada, llegando de lejos, se estanca y centellea.
La mano izquierda, con un temblor de conciencia, se deja estar al borde de una mesa.

Es una foto a luz de kerosén.
La línea de mi cuerpo sentado vacila entre el miedo y el embeleso.

Allí estoy eternizada.
Durando como un roce de mirada, como el rescoldo de las horas.

Todo tiene una oscilación de alma en silla,
de presagio acorralado,
de un destino en su nada con un pulso a borbotones.

Soy una postal de la vida.

de Camalma (Rodolfo Alonso Editor,Buenos Aires,1971).

Leda nació en San Miguel de Tucumán en 1919. Allí estudió Filosofía y también Ciencias de la Educación. A los veinte años formó con unos amigos un grupo de música llamado FIJOS, sigla que significa: Folklóricos, Intuitivos, Jazzísticos, Originales y Surrealistas. Esto ocurría al principio de los años 40. Entre estos amigos estaban Adolfo Ábalos, Manuel Gómez Carrillo, Enrique “Mono” Villegas, Gustavo “Guchi” Leguizamón y Louis Blue, todos ellos gente que contó mucho en la elaboración de una música que iba a dejar huellas fértiles en el horizonte argentino. Leda Valladares se entusiasmó por la baguala y dedicó gran parte de su vida al estudio, la interpretación y la difusión de esta forma musical de los Valles Calchaquíes. A tal punto que esta pasión opaca otros aspectos de su amplio quehacer.
Valladares por su parte realizó y publicó entre 1960 y 1974 una serie de discos documentales llamados en conjunto: Mapa Musical Argentino . Ha concretado también obras discográficas de su total autoría entre las que se destacan: Igual rumbo, Grito en el cielo (1989), Grito en el cielo II (1990) y América en cueros (1992).
Por su labor, Leda Valladares es miembro de honor de la Unesco.
A ese amplio abanico de actividades pertenece la poesía que Leda Valladares cultivó con una originalidad que impide una definición que no sea extremadamente abierta. En su libro Mutapetes, aparecido en 1966, nos encontramos con un género en el que cada texto se relaciona con un dibujo que lo acompaña, creando un diálogo entre texto e imagen: como en los emblemas, los dos códigos se enriquecen mutuamente. Su libro Camalma, publicado en 1971 por Rodolfo Alonso, es un libro de “poemas y sondajes”, como lo anuncia su subtítulo. Se inicia con el epígrafe siguiente: “Me da lástima el cuerpo:/le faltan miles de besos/y un domicilio en el cielo”. Cuerpo y alma aparecen constantemente referidos en Camalma y juegan los conceptos con imágenes sorpresivas. Hay un movimiento surrealista en el que los objetos se personifican y chocan con absurda magia. De este libro provienen los textos que incluimos aquí.
También en los años 50, en Francia, formó Leda Valladares un dúo con María Elena Walsh. Cantando recorrieron diversos lugares de Europa. Cuando volvieron a la Argentina en 1956 se las conoció como Leda y María. De esa experiencia que continuó a lo largo de los años 60 nos quedan dos discos ya clásicos: Entre valles y quebradas, con canciones argentinas, y Canciones del Tiempo de Maricastaña, que hizo conocer a los chicos de una amplia generación las canciones folkóricas españolas y, sobre todo, el romance.
En la contratapa de Camalma se leen estos fragmentos de su biografía: “Argentina de Tucumán. Nace en el apogeo del verano. Crece en una infancia de patio y umbral de vereda. Desde entonces adolece de sigilo, es decir, de bicicletas, de tardes, de pinos y tranvías, es decir, de estar estando”. Dejémonos estar con estos textos de Leda Valladares.

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