sábado

Cristina Peri Rossi (Uruguay,1941).

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ASOMBRO 

Enséñame – dices, desde tus veintiún años
ávidos, creyendo, todavía, que se puede enseñar alguna cosa
  
y yo, que pasé de los sesenta
te miro con amor
es decir, con lejanía
(todo amor es amor a las diferencias
al espacio vacío entre dos cuerpos
al espacio vacío entre dos mentes
al horrible presentimiento de no morir de a dos)
  
te enseño, mansamente, alguna cita de Goethe
(“detente, instante, eres tan bello”)
o de Kafka (una vez hubo, hubo una vez
una sirena que no cantó)
  
mientras la noche lentamente se desliza hacia el alba
a través de este gran ventanal 
que amas tanto
porque sus luces nocturnas
ocultan la ciudad verdadera
  
y en realidad podríamos estar en cualquier parte
estas luces podrían ser las de New York, avenida
Broadway, las de Berlín, Konstanzerstrasse,
las de Buenos Aires, calle Corrientes
  
y te oculto la única cosa que verdaderamente sé:
sólo es poeta aquel que siente que la vida no es natural
que es asombro
descubrimiento revelación
que no es normal estar vivo
  
no es natural tener veintiún años
ni tampoco más de sesenta
  
no es normal haber caminado a las tres de la mañana
por el puente viejo de Córdoba, España, bajo la luz
amarilla de las farolas,
  
no es natural el perfume de los naranjos en las plazas
-tres de la mañana-
  
ni en Oliva ni en Sevilla
  lo natural es el asombro
  
lo natural es la sorpresa
lo natural es vivir como recién llegada
  
al mundo
  
a los callejones de Córdoba y sus arcos
  
a las plazas de París
  
a la humedad de Barcelona
  
al museo de muñecas
  
en el viejo vagón estacionado 
  
en las vías muertas de Berlín

Lo natural es morirse
  
sin haber paseado de la mano
  
por los portales de una ciudad desconocida
  
ni haber sentido el perfume de los blancos jazmines en flor
  
a las tres de la mañana,
  
meridiano de Greenwech
  
lo natural es que quien haya paseado de la mano
  
por los portales de una ciudad desconocida
  
no lo escriba
  
lo hunda en el ataúd del olvido
  
La vida brota por todas partes
  
consaguínea 
  
ebria
  
bacante exagerada  
en noches de pasiones turbias
pero había una fuente que cloqueaba
  
lánguidamente
  
y era difícil no sentir que la vida puede ser bella
  
a veces
  
como una pausa
  
como una tregua que la muerte
  
le concede al goce

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