lunes

Kattia Piñango ( Venzuela-Caracas, 1975)

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Al fin la lluvia dejó su parranda
interminable
secándose sobre los techos de zinc
En aquella parte de la ciudad
hay un hombre que avisa
que ya las bombonas de gas llegaron
los perros lanzan ladridos para combatir el fastidio
la gente baja el cerro,
algunas mujeres terminan de lavar y de tender la ropa
―como siempre, día agitado para ellas―
los niños aún en la escuela se despiertan a otras inquietudes
los que trabajan procuran desterrar el doceavo bostezo del día.
Y no hay desolación.
En esta parte de la ciudad,
los techos de zinc suenan con las gotas de la lluvia,
las niñas se divierten soñando a ser grandes
los niños juegan hasta despuntar la noche
También, en esa misma ciudad,
hay gente que bebe en algún bar trasnochado
Algunos deambulan por las tiendas observando vitrinas de plástico
A otros el repicar de su celular los envuelve
la corneta del carro, modelo reciente, encalla su ego
enfilando su alma hacia lo que no conocen
empujando su desidia con propagandas de televisión
Una radio también busca su lugar en el día,
y en la mitad del corneteo, empuña su navaja al oído de los pasajeros
En otra parte del mundo,
lejos de esa ciudad,
los techos estallan con bombas
las niñas desparecen de sus sueños
los niños se rompen como juguetes
los radios son pájaros de mal agüero
las cornetas son alarmas de ataquesNo hay tiempo para enfilar el alma a ningún lado
No hay tiempo para pensar en la desidia
Apenas se alcanza ―con suerte― empuñarse a la muerte
Allí, una vasta desolación resplandece
La metralleta muestra sus dientes
asfixiando el canto de los gallos.

1 comentario :

Voces del cerro aislado dijo...

un gusto descubrirte y descubrir tus letras....te invito me visites en:
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