que el hombre prende a su cuello
cuando escribe: acá el tiempo se detiene
o no es el tiempo
sino la marea estancada
que prolonga la ausencia.
Para la hija:
cascarudos rojos
luciérnagas en una taza dada vuelta.
Para la madre:
viejas tarjetas telefónicas
descuentos en la cifra
final
del abandono.
En: Antología Hotel Quequén Poesía (2006)
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