Sería después de conocer el mar
que la niña que fui
cogió una piedra del agua.
Esa piedra
.........desconocida y verbal
me posee
.........como un sol cautivo
con un fulgor
.........de país largamente buscado.
Esa piedra
...........como un carbón por lo negro
...........como un carbón por lo quemante
...........como un carbón por la ceniza.
Esa piedra
.......tosca
.......ardua en la memoria
.......se hizo fuego al tacto
y fue sin saberlo
un resplandor lejano
del cristal de la muerte
.......el don de la vida
.......el árbol del camino.
¿Y existe acaso el fuego para mí?
.......—pregunté entonces.
Miré alrededor.
Un silencio mudo
.......buscándome
observando con ojos de viva luz.
.......Y me dio miedo
.......porque soy mujer, creo.
Porque no sabía quién era yo
.......ni quién sería
.......ni sabía decir, ni tampoco reír
.......ni cansarme
.......sólo percibir
.......el rigor de la llama
.......anunciando el desierto.
Esperé una señal
un signo, un sueño, un cometa
para echar a andar, me dije
sin quitar el ojo
a la locura del fuego:
esa piedra
entre mis manos.
Y era alumbrar
.......con un relámpago
un abismo
y era bajar
.......y forjar
............y subir
tan sólo para poder morir
junto al fulgor de esa luz
en cautiverio.
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