Cuando ocupábamos aquella vivienda, que no tenía nada de particular. Casi nada. Con sus numerosas alcobas en las que hacíamos representaciones, que los vecinos espiaban por todas las puertas y ventanas. En uno de esos habitáculos -pero, uno sin techo y sin piso-, desde la tierra, a veces, desde la noche hasta el alba, nacían las cosas: cubiertos, ralladores, platos, ollas, tazas. Todo allí, pulcro, tierno y casi tembloroso. Lo llevábamos a la cocina para utilizarlo, y nunca se nos ocurrió hacer negocio.
Y cuando nos mudamos a otra vivienda tampoco nadie comentó nada.
Lo cuento ahora, que, ya, parece un cuento.
de Clavel y tenebrario.( Editor, Arca, 1979).
Y cuando nos mudamos a otra vivienda tampoco nadie comentó nada.
Lo cuento ahora, que, ya, parece un cuento.
de Clavel y tenebrario.( Editor, Arca, 1979).
1 comentario :
Fabulosa Marosa. Gracias por tan lindo texto, Ce Abraelazuldelcielo@blogspot.com
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