Ciudad
Tu ciudad es una piedra helada, donde se aglutinan hombres como peces en un cesto. Sin calor sin alma y demasiada sal. Mientras yo he dado tantas vueltas por el bosque que he perdido el rastro de vuelta. Perdí la voz, y solo quedó tu nombre para el viento, este me ha acompañado resonando durante el viaje. Tu ciudad seguirá siendo el mito de mujeres traspapeladas y animales mediterráneos. Un caballete abandonado y la pintura aún fresca en el piso de esta casa, un gran cesto de peces en medio de la habitación. No me llevé nada más del viaje. Ahora una sensación de desconsuelo y un teatro de vírgenes que se desgarran las piernas me circundan. Me hallo en una casa oculta tras el estigma de arboles si copa. Una vieja casa de palisandro, donde las mujeres yacen extenuadas y frías. Aquí hay más mujeres para enterrar. Nada de limpiar ni zurcir, solo enterrar. Las mañanas y la tarde me sofocan porque el credo de esta casa son aullidos y voces pantanosas. Mis voces guardadas en el secreto de estos muros. He dormido toda la tarde, aún queriendo no hacerlo recurrí a invocar a las montañas un designio, una veta, una salida. La filosofía y los cerros guardan el fragor de las batallas perdidas, solo enseñanzas reciclables. Me voy. Me voy azotando las puertas con mi cuerpo, aun así, no estarás a seguirme. Te he pateado tanto en la espalda, las piernas y el rostro que mis falanges han desubicado su orden natural. Sé que andas escupiendo sangre, desbordando el amor por la boca. Casi al final de la aparición de la muerte, los peces escupen el anzuelo, otros simplemente son encontrados con el anzuelo en las entrañas. Escupirás tanto, que cuando tus labios sientan agrio ya me habrás de odiar. Me voy. Estoy yendo lejos y no necesito compañía si algún día me encuentras, no la necesitaré hasta que yo misma rompa mis costillas y no pueda caminar. Reventaré mis costillas de tantas caídas que me propinaré. Haré de mi cuerpo un barco abandonado, un barco sin capitán, marinero ni pirata. Un barco que en otros tiempos fue de guerra, pero que ahora vence a diario un naufragio y que solo es habitado por ratas como símbolo de existencia.
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