CUBA, LA DEMENTE.
imagen: mara dimitirova.
Fina Gracía Marruz (La Habana, 1923)
La demente en la puerta de la iglesia
Ha cruzado el pasillo de la iglesia con leve aire
triunfante en sus ojos de aislado desafío;
ha mirado a ambos lados con oblicuo desprecio
mientras el absurdo esplende en sus medias amarillas;
y nos llegan el fanático blancor de su vestido
anudado extrañamente como súbita cólera
que deshace el pañuelo mugriento en la cabeza
vagamente floreada y planetaria.
Vedla sentada en la puerta de rostro
guardadora de un misterio perdido;
ved a la oscura lúcida, general como el viento,
materia del milagro,
su ignorancia a abarcado nuestro orgullo, se
sienta en la otra orilla,
con distracción sagrada toca una vihuela suave
y anacrónica.
En el nevado país de los mendigos, a la sombra
original, remota cual la infancia;
más lejos que sus ojos, en el oscuro reino
inalcanzable del anhelante tacto,
a cuestas con el enigma de su fealdad,
genialmente pasea como una dama,
y la ironía dobla el borde de sus zapatos como el
borde de la oscura risa.
Mirad que esa demente es quizás tan sólo un
esplendor incomprensible,
pero decidme a qué alude su flor pintarrajeada,
y esa tremenda suerte de aislamiento,
qué ha podido llevarla al extraño país de su
avarienta mirada sujetando la miseria como una moneda,
cuando el oro imposible de su cabellera esplende
el aire que no podemos tocar,
decidme qué significa esa monstruosa diferencia
como una estirpe sagrada,
cuya cordura distinta me deja temblando junto
a la puerta, junto al siglo y las máscaras
por las que pasa ella envuelta en fábula veraz
de mutilada diosa, con una dignidad triste.
Marilyn Bobes (La Habana, 1955)
Ella fue lejanía. Oyó las danzas y cuidó los pájaros. Se quedaba en ciudades olvidadas. Bailaba en los entierros. Ella fue oscuridad. Trajo en los ojos signos de catástrofe. Podó jardines. Liberó sus bestias. ¿Ocurrió todo así? Ahora se precipita en los espejos, destrozando tal vez corceles, lirios, cosas que nadie amó.
Lina de Feria (Santiago de Cuba, 1945)
Poema para la mujer que habla sola en el parque de calzada
en tu sombrilla de huecos no se comprende ningún rumor
se cuentan las historias de todas las ciudades que perdieron el mar
de los sitios donde no se pudieron levantar más que ruinas
donde a veces nada valió la pena
y deseabas tanto manos improbables
que terminaste siendo un gajo contra el suelo
hablabas para creer
y ahora incrédula de los parques
incrédula de los hombres
incrédula de ti misma
creces de la incoherencia como un golpe humano
como algo ante lo que uno tiene que quitarse la mirada
o sentir como un enrojecimiento ante una falta de tradición
ante el nada que dejar
alguien descarriló tus márgenes
y ahora nos arrancas de tu tiempo
para dejarnos en la categoría de sombras que no respetas
desclasados del cuerpo frente a ti
bien que tienes tu razón
y apenas si la crítica vale
si la denuncia mía no es otra cosa
que el instinto de sentirte animal nuestro
especie nuestra
posibilidad y término nuestro
(que eras como cualquier ser lógico y ahora la soledad te abruma
y nadie te detiene y nadie podrá detenerte)
¿qué serías en el antes,
la madre, la concertista, la prostituta,
la que tenía el tedio, la alienada, la del amor platónico
la asexual, la torpe, la que no tuvo continuación?
eres patética y extraordinaria
si mientes mientes con tu verdad
y así te vemos algunos con tu banco con tu sombrilla
con tus labios pintados por fuera con una línea de temblor
haciendo tus cuentos que nadie recuerda
y eterna como un retrato
estoy segura que sabrían oírme si digo que eres
un personaje de antonini o de buñuel
que serías un absoluto para dostoyevski
y que tus manos son para chagall
estás cercana a ellos de alguna manera
como lo estás de mí en algún sitio común de la vida
mujer que habla como a martillazos
nadie hablará de ti pero te quedas
vergüenza que repite su canción
fuera de moda es cierto
frente al teatro de calzada y d.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario