LECHUZAS
Las lechuzas rojiblancas cantan en los pinos negros,
buscan pareja. Cada noche
despiértame el ruido, un ruxeru
de muerte, todo cuanto en el sexo manca.
En ese son en un ha más que la necesidad pura
de uno animal de plumas por el otro.
En cambio, desde que se encuentren,
en un ha paz.
En oyigua, la lechuza es kokoko, y ni
tan siquiera al nenu más pequeñole place el son morosiegu
de la palabra. Porque el bolo de plumas
y huesos y dientes de ratón puede esconderse
bajo la nieve, y matar al varón que lo pisa.
Porque la lechuza mira detrás de ella y ve si te acerques,
las espaldillas de las plumas en un estorben
al aire, y su plumín es amenazadoramente suave.
¿Has visto a veces, al escurecerín,
salir volar lechuza del agujero de un caborno?
Niebla, espíritu remolido.
Te percatarás más tarde
cuandosu cuerpón se vuelva paraza.
El vuelo ni se siente.
Así es como hacemos el amor,
con gente por los cuartos alrededor nuestro,
escachar platos, llenando su bocas
de aire, de escombros, dando
a las llaves y a los filtros durante la maquinaria entera
de la vida sigue, quitando y quitando
hasta que nada más haya dos cuerpos
ferozmente empatados, las plumas
flotando abajo y apeguñándose a su formas.
Louise Erdrich (Little Falls, Minnesota, 1954) desciende de la tribu india ojibwe y es nieta de un ex dirigente de la reserva Turtle Mountain Band of Chippewa, en Dakota del Norte, de la que sigue siendo miembro activo y en cuyas proximidades creció. Su padre, germano americano, y su madre, medio francesa y medio ojibwe, eran maestros. Su primera novela Filtro de amor (1984) ganó el National Book Critics Circle Award y la convirtió en una celebridad en su país y marcó el inicio de una tetralogía, con La reina de la remolacha, Huellas y The Crown of Columbus. Vive en Minneapolis, Minnesota, donde es propietaria de la librería independiente Birchbark Books.
Las lechuzas rojiblancas cantan en los pinos negros,
buscan pareja. Cada noche
despiértame el ruido, un ruxeru
de muerte, todo cuanto en el sexo manca.
En ese son en un ha más que la necesidad pura
de uno animal de plumas por el otro.
En cambio, desde que se encuentren,
en un ha paz.
En oyigua, la lechuza es kokoko, y ni
tan siquiera al nenu más pequeñole place el son morosiegu
de la palabra. Porque el bolo de plumas
y huesos y dientes de ratón puede esconderse
bajo la nieve, y matar al varón que lo pisa.
Porque la lechuza mira detrás de ella y ve si te acerques,
las espaldillas de las plumas en un estorben
al aire, y su plumín es amenazadoramente suave.
¿Has visto a veces, al escurecerín,
salir volar lechuza del agujero de un caborno?
Niebla, espíritu remolido.
Te percatarás más tarde
cuandosu cuerpón se vuelva paraza.
El vuelo ni se siente.
Así es como hacemos el amor,
con gente por los cuartos alrededor nuestro,
escachar platos, llenando su bocas
de aire, de escombros, dando
a las llaves y a los filtros durante la maquinaria entera
de la vida sigue, quitando y quitando
hasta que nada más haya dos cuerpos
ferozmente empatados, las plumas
flotando abajo y apeguñándose a su formas.
Louise Erdrich (Little Falls, Minnesota, 1954) desciende de la tribu india ojibwe y es nieta de un ex dirigente de la reserva Turtle Mountain Band of Chippewa, en Dakota del Norte, de la que sigue siendo miembro activo y en cuyas proximidades creció. Su padre, germano americano, y su madre, medio francesa y medio ojibwe, eran maestros. Su primera novela Filtro de amor (1984) ganó el National Book Critics Circle Award y la convirtió en una celebridad en su país y marcó el inicio de una tetralogía, con La reina de la remolacha, Huellas y The Crown of Columbus. Vive en Minneapolis, Minnesota, donde es propietaria de la librería independiente Birchbark Books.
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