lunes

Nancy Morejón (La Habana, 1944)

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La dama de los perros

Plaza de la Catedral
31 diciembre 1964

bajo la triste luna
la dama de los perros aparecía silente misteriosa
             presa de amor
             ―la frente exhausta―
atravesaba el chorro de fantasmas inmersos
los ojos harapientos torcida la mandíbula
resucitando escombros y ruinosas murallas
amparando
tiritando los dientes agresivos
la jauría tenebrosa pasaba a los portales
aletargándose apareciendo tras muy débil lechuza

hubo la misa de columnas aguademar dientedemar
caballo-férreo
hubo la rigurosa miel volcándose entre células

enlutada fallida taciturna de gestos lívida
la dama de los perros
joroba su dolor con perros santos ávidos como
garfios
encauza su dolor en negros maquiavélicos
sin aliento
se adentra ante la plaza desde chatos caserones
se quiebra pájaro hallara ojo de fuego

(y los algunos viejos, viejos como la fuente, como
un árbol,
vamos perdiendo la mirada detrás de los
ceremoniales
detrás de los hocicos
detrás de cada hueso muerto)
bajo la triste luna la misma hora no sólo
sino la hora implacable de los ritos convulsos
el lugar sabe a vaho lácteo que dormitase ebrio
la naranja se aquieta entre los dedos de la
dama azulosa
sus perros han perdido la holganza de los cuerpos
cuecen sus patas sobre el húmedo suelo adoquinado
cargando con la masa del mar
brisa de muerte osol oyemayá dientedemar
caballoscuro

de la calle es oscura la noche
y triste
la dama de los perros entraba en la jauría
humedecía las horas y los templos y el músculo y las
grasas calderas
la dama de los perros está de manos frías
arroja cabezas late desamarra los vientos
baja los pórticos acude y adormece relata panes
arrodilla migajas exhala conchas rompe
alza dientes y manos ahuyenta un nervio

la noche oculta rostros y mamparas y gallos
y cadenas balcón oscuro y noche
todo vuelve
a su sitio perdido: los ojos de los perros
las corazas de los altos piratas
los ojos pétreos de los antiguos coches

la dama de los perros
se guarda en una torre amiga
donde quizás gran conde anidó lanzas aguademar
cantones
donde quizás juntó cadáveres
la sinuosa madera de los pechos esclavos
bajo la triste luna
ojos desiertos plaza pórticos anchos
y angulosos
la noche está como piedra hurañísima
(“la dama de los perros aparecía presa de
amor silente misteriosa”)
tal vez hora de nupcias tal vez baldosas frías
(“la naranja se aquieta entre los dedos de la
dama azulosa”)

o luz de iglesia trémula o luz de plaza trémula bajo
la triste luna

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