sábado

Piedad Bonnett (Colombia, 1951)

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Un otro exilio

En la tarde vidriosa de un enero en París, entre las asperezas
de la fiebre, un hombre largo y negro como un árbol ve
nacer los campos de cacahuetes, de cara a la pared manchada
de humedad, aspira el aire de mimosas que nace en las llanuras
de Senegal.

En un quilombo del Río de la Plata, en una lengua llena de
sobresaltos, un hombre habla de vides y campanas a un grupo
de troperos silenciosos que no pueden saber que está llorando.

En una espesa cocina del Caribe, con trigo y hierbabuena
una mujer dibuja a su madre, reconoce a su hermano, con aceite
de olivas bautiza a sus hijos.

En Central Park seis ancianos judíos bailan la polonesa tomados
de la mano y es como si de sus pechos brotaran hayas y
alisos.

En un cárcel de Idaho un hombre se desvela de cara a la
pared, sueña con unos brazos olorosos a caña, vuelve a sentir el
vaho caliente que se levanta de los platanales.

Desde mi territorio agotado en su límite, mi sangre corre a
un país imaginario del que he sido expulsada, mi sangre condenada
se alza sobre las lágrimas porque no acepta su exilio de
siglos.

Del reino de este mundo

Hablo
de la muchacha que tiene el rostro desfigurado por el fuego
y los senos erguidos y dulces como dos ventanas con luz,
del niño ciego al que su madre le describe un color
                                                           [inventando palabras,
del beso leporino jamás dado,
de las manos que no llegaron a saber
que la llovizna es tibia como el cuello de un pájaro,
del idiota que mira el ataúd donde será enterrado su padre.
Hablo de Dios, perfecto como un círculo,
y todopoderoso y justo y sabio.

Ocurre

Ocurre
que un día voy amando sin ton ni son a todos.
Al vendedor,
al ciego (le compro una estampita),
a la señora gorda, al químico y al sastre,
a todos voy amando con un amor sin bordes,
un amor de Dios manso y justo, si lo hubiera.
Pero también ocurre
que el alma, madrugada,
es como un nervio expuesto a una tenaza.
Y hay escalones falsos
y el amigo que amamos rehuye la mirada,
Caminamos sombríos
sabiendo que el mesero escupe en nuestro plato,
que el profesor calumnia a su colega
y la enfermera
maldice al desahuciado y le sonríe.
Y ocurre
que un día me conmueve la llaga del mendigo,
y extiendo mi sonrisa como un tapete nuevo
para que todos pisen
y se limpien el barro de los pies maltratados,
y la muchacha baile su vals de dos centavos,
y el cartero sacuda sus zapatos deformes.
Ocurre
que al despertarme recuerdo un amigo
que murió hace ya tiempo,
o veo llorar una mujer viajera
en el amanecer, ¡y es tan hermosa!
Y el amor se atropella, se amotina,
y voy amando a todos sin ton ni son, a todos.



Todos los poemas fueron extraídos del libro: NADIE EN CASA, 2006.

PIEDAD BONNETT es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, profesora en esta Universidad desde 1981 y tiene una maestría en Teoría del Arte y la Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado seis libros de poemas. Con el primero de ellos recibió mención de
honor en el Concurso Hispanoamericano Octavio Paz, y con El hilo de los días ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, en 1994. Tiene además tres antologías, la última de las cuales, Lo demás es silencio fue publicada en España por Editorial Hiperión en 2003. Es autora, además, de cuatro obras de teatro montadas por elTeatro Libre bajo la dirección de RICARDO CAMACHO y de dos novelas: Después de todo, publicada en 2001 y Para otros es el cielo, 2004, un libro de entrevistas a escritores y un diccionario de términos garciamarquianos. Cuentos y ensayos suyos han sido publicados en distintas revistas y periódicos del país y del extranjero.

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