Hace unas horas, Tamara Kamenszain (Argentina), Raúl Zurita (Chile), Arturo Carrera (Argentina) y Carlito Azevedo (Brasil) se reunieron alrededor del pensamiento de la música, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires. Cuando se abrió la mesa, cayó felizmente el marco: solamente voz y cuerpo para dejarnos las escuchas suspensas, la palabra en caída libre hacia una nueva generación de lectores. Hilos de la historia latinoamericana, cabezas quemadas, heridas, relecturas de la memoria y vitalidad en el lomo de la poesía.
Suban el volumen...
con mi amiga Ágata cuando en el balcón de Gaspar Campos
apareció Perón y dijo lo que dijo.
Nosotras dos adolescentes en pogo estuvimos ahí.
Pero a quién le importa ese dato si también hay
otra línea más pesada más realista
que a veces se pierde y otras veces
sin esperarlo como en los sueños retorna
pero cambiada.
Soñé con Arturo Carrera
es un amigo de mi generación literaria
me susurraba en italiano palabras al oído
era excitante.
Ud. puede viajar a Italia a ver si ahí encuentra el amor
interpreta la analista buscando que acabe
la novela de mi vida para que por fin empiece
su realidad.
Arturo no era Arturo porque nunca
en los sueños los que vemos son los que vimos
y de mi generación literaria el pasado me impone
complicidades guiños contraseñas
que los que no estuvieron ahí
nunca entenderán.
Eso me obliga a hacer siempre el mismo recorrido:
psicoanálisis, literatura, teoría, política...
y aunque muchos jóvenes se fascinen con nuestra época
es un hecho que nosotros
tenemos la cabeza quemada.
Fragmento de El libro de los divanes
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