lunes

Antes de dormir.

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"…el no ser perfecta, me hiere", escribió Silvia Plath en su diario en 1957


Límite
(El último poema que escribe, la víspera del suicidio:)
La mujer ha llegado a la perfección.
Su cuerpo

Muerto viste la sonrisa de la realización,
la ilusión de una necesidad griega

fluye de los pergaminos de su toga,
sus pies

desnudos parecen decir:
hemos llegados demasiado lejos, se terminó.

Cada niño muerto enroscado, blancas serpientes,
uno a cada jarrita
de leche, ahora vacía.
Los ha plegado

de nuevo hacia su cuerpo, así como los pétalos
de una rosa cerrada cuando el jardín

se fortalece y los perfumes sangran
de las dulces gargantas profundas de la flor de la noche.

La luna no tiene porqué entristecerse,
mirando fijamente desde su capucha de hueso.

Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crujen y se arrastran.

Versión de Agustina Jojärt

Pero preferiría ser horizontal.
No soy un árbol con las raíces en la tierra
absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo florezcan las hojas,
ni soy la belleza del jardín
de llamativos colores que atrae exclamaciones de admiración
ignorando que pronto perderá sus pétalos.
Comparado conmigo, un árbol es inmortal
y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa,
y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra.
Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han derramado sus olores frescos.
Camino entre ellos, pero no se dan cuenta.
A veces pienso que cuando estoy durmiendo
me debo parecer a ellos a la perfección-
oscurecidos ya los pensamientos.
Para mí es más natural estar tendida.
Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad,
y así seré útil cuando al fin me tienda:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez,
y las flores tendrán tiempo para mí.
La Rival

La Luna, si sonriera, se te parecería.
Das la misma impresión
de cosa bella, pero que aniquila.
Ambas sois grandes tomadoras de luz.
Su boca de O se aflige por el mundo; la tuya se queda
indiferente,
y tu primer don es el de trocarlo todo en piedra.
Me despierto en un mausoleo; estás aquí
tamborileando con los dedos en la mesa de mármol, buscando
cigarrillos,
con rencor de mujer, pero sin tantos nervios,
muriéndote por decir algo que no admita respuesta.
También la luna envilece a sus vasallos,
pero a la luz del día hace el ridículo.

Tus insatisfacciones, por otra parte,
llegan por el buzón con amorosa regularidad,
blancas y vacías, tan expansivas como monóxido de carbono.
Ningún día está a salvo de noticias tuyas
tú que andas por África, tal vez, pero pensando en mí.

Me las arreglo
—Una vez cada diez años.
Especie de fantasmal milagro,
mi pielBrillante como una pantalla nazi,
Mi diestro pieEs un pisapapel,
Mi rostro un fino lienzoJudío y sin rasgos.
Descascara la envoltura
Oh, mi enemigo,¿Aterro acaso?
—¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes?
El apestoso alientoSe desvanecerá en un día.
Pronto, muy pronto, la carneQue la tumba devoró
Se sentirá bien en mí
Y yo una mujer que sonríe.
Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.
Esta es la Número Tres.
Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.
Qué millón de filamentos.
La multitud mascando maní se agolpa
Para verlos.
Cómo me desenvuelven la mano, el pie
—El gran desnudamiento.
Damas y caballeros.
Estas son mis manos
Mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.
La segunda vez pretendí
Superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
Recoger mis gusanos como perlas pegajosas
/Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.
Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismoRetorno teatral a pleno día
Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
Y divertido:
'Milagro!'
Que me liquida.
Luego una carga a fondo
Para ojear mis cicatrices, y otra
Para escucharme el corazón
–De verdad sigue latiendo.
Y hay otra y otra arremetida grande
Por una palabra, por tocar
o por un poquito de sangre
O por unos cabellos o por mi ropa.
Bien, bien, está bien HerrDoktor.
Bien. Herr Enemigo.
Yo soy vuestra obra maestra,
Su pieza de valor,
La bebe de oro puro
Que se disuelve con un chillido.
Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.
Ceniza, ceniza —
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda 00
Una barra de jabón,
Una alianza de bodas.
Un empaste de oro.
Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.
Desde las cenizas me levanto
Con mi cabello rojo
Y devoro hombres como el aire.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Devorando hombres así se tendrian que llamar.

Besitos... Noelia

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