martes

Victoria Guerrero (Perú, 1971).

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Hoy día viajo en los aviones

y ya no me conmueve que la única forma de encontrarme en mí
sea en ellos

El panorama desde aquí es enternecedor
si te pones a pensar en todas las bombas
que explotan allí abajo
y en los niños salvajes que gritan
su inocencia sin pudor

Hoy este paisaje es mi corazón
y el porvenir es sólo una aventura

Viajo sin dinero
mi salud es precaria
pero mi espíritu es fuerte
como una explosión en la noche
Hoy soy una antorcha
un gran halo de fuego y llanto
No lamento mis lágrimas
porque son hermosas y sacian mi sed que es infinita

Los aviones son estrellas luminosas
esta noche
Torpes pájaros de luces multicolores
Quisiera que el despegue fuese más atrevido
como una sonrisa que te mira a los ojos
sin pestañear


Hoy es uno de esos viajes
en que el cuerpo viaja hecho polvo
y los recuerdos aparecen una y otra vez
a golpearte el rostro
y te vas quedando dormida
porque la nostalgia es grande
y las imágenes de ti centellean detrás de cualquier nube

Y te duermes
y los aviones no existen
sino sólo madres
que te arrullan en una noche de altos fuegos

Buenos Aires, 17 de julio 2005



nostalgia

hoy he venido como el viento que sopla las hojas nocturnas
he venido para que no te fueras
he cabalgado toda la noche con el hocico ensangrentado
las hojas a mi paso han dejado caer su aliento para que yo no muera
y los sueños oscuros han empezado a surgir como manantiales
toda la noche el mar ha ardido sobre la rompiente de las olas
he ansiado acallar este silencio llagado por la distancia
este silencio que atrae los abismos
otra vez el gran naufragio se ha acercado a las costas
y ha abierto las cicatrices de mi cuerpo
todas mis cicatrices tienen una armonía
todas han sido desolladas por la espuma de una ola quemante
ahora todo existe en mi cuerpo como un llanto
diminuto ridículo
como el primer corte pesado del vientre
que se exhibe sin pudor
casi con gracia
pero por dentro una niña va rasgando un himno
cantado mansamente en la infancia para luego perderse en nuestros labios
como una gloria polvorienta bajo las huellas de los pies
hoy he venido pequeña muerte que me miras con ojos extraviados
he andado he corrido detrás de ti
he mordisqueado el vientre de mi madre he pataleado desde el fondo
alguien que desconozco me ha marcado con un hierro candente la nuca
ya no tengo nada que ofrecerte
estoy vacía
el fuego de mi nacimiento se ha perdido en la piel de unas manos extrañas
abro los ojos
y el mar revienta en cada pupila desolada
pronto me rodeo de sueños

una caravana de naves negras naufraga en la penumbra


de El mar, ese oscuro porvenir (Santo oficio, 2002)

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